oct
24
¿Qué pasó en la central nuclear de Fukushima?
Publicado por
alexander moreno
En Japón, tras el terremoto 8,9 que desembocó en tsunami, las centrales nucleares están en riesgo de fusión de su núcleo.
Los reactores de Fukushima son del tipo agua hirviendo en ebullición, parecidos a una olla exprés (agua y vapor a presión). El vapor circula en circuito cerrado, mediante tuberías de presión y posterior condensación del vapor a líquido. La olla a presión funciona en el entorno de 250 grados Celsius.
El combustible para el reactor es óxido de uranio en pequeños discos encerrados en tubos fabricados en una aleación especial de circonio. Estas barras están selladas en sus extremos y se sumergen en el agua destilada que genera el vapor. El óxido de uranio se funde a 3.000 grados y el circonio a 2.200.
Que pasó en Fukushima
Al parar la central de Fukushima, esta dejó de producir electricidad para las bombas y entraron en funcionamiento los generadores diesel auxiliares. Estos se quedaron sin combustible o se estropearon por el tsunami. Entonces entraron las baterías de reserva. Agotadas las baterías, intentaron conectar equipos generadores sobre camión, pero por alguna razón técnica, de combustible o de accesos, no pudieron conectarse.


Contaminación nuclear en Japón
Con la información actual, parece que se han dejado salir a la atmósfera, yodo, cesio, nitrógeno activo y argón. De momento parece que las barras y la vasija no se han fundido y están contenidas en la esfera de acero y cemento de la vasija y las válvulas están cerradas.
Aunque el núcleo se haya fundido, es de esperar que se haya repartido en el fondo de la vasija y a pesar de la temperatura (+ 3.000 grados) no perfore la base o los costados de la misma.
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lunes, octubre 24, 2011 | 0 Comments
oct
09
Fukushima, meses después del desastre
Publicado por
alexander moreno
Se han cumplido recientemente los seis primeros meses de la hecatombe nuclear de Fukushima. El ministro japonés de Economía se ha visto obligado a dimitir por haber hablado de “ciudades muertas” al referirse a los alrededores desérticos de la central durante su visita. “Es triste decirlo, pero esas poblaciones son como ciudades muertas, sin un alma a la vista”. Yoshio Hachiro, el ministro en cuestión, “hizo el gesto de rozar su traje con un periodista diciendo que corría el riesgo de contaminarse con radioactividad”.
El Gobierno japonés permitió que miles de personas se expusieran a dosis de radiación extremas durante los días posteriores al tsunami que destrozó la central de Fukushima-Daiichi. Lo más lamentable es que no hizo nada para evitarlo. “Mientras los evacuados de la ciudad de Namie, a escasos 8 kilómetros de la central, se refugiaban en la región de Tsushima, considerada por todos un lugar seguro, lo que en realidad hacían era colocarse justo en la dirección en la que el viento transportaba millones de partículas radiactivas”. ¿Por qué? Porque todo el mundo estaba convencido de que el viento soplaba hacia el sur (Tsushima está al noroeste del país). ¿Todos? “Todos salvo Tokio, que supo gracias a sus sistemas de medición que el viento giraba hacia Tsushima y no dijo nada”. ¿Por qué? Para ahorrarse, la pela es la pela, “los enormes gastos de tener que ampliar mucho más el radio de evacuación y para impedir que surgiera una nueva oleada de críticas”. Durante las semanas posteriores a la catástrofe de marzo de 2011, miles de personas hicieron “vida normal”, sin que el gobierno “llegara nunca a abrir la boca. Como si se tratara de cobayas humanas o un simple daño colateral, un peaje que hay que pagar para conservar la imagen del Gobierno” y, añado yo, la escasa peligrosidad de la industria nuclear y, por descontado, la imagen del logo TEPCO.

No está mal para empezar. Hay más.
Más de 155 mil personas se han quedado sin casa tras abandonar ciudades como Minamisoma y Namie, según ha publicado el Mainichi Shimbun, uno de los rotativos más importantes de Japón. (4) Muchos ciudadanos jamás volverán a ver sus hogares, después de que Naoto Kan, ex primer ministro, reconociera por primera vez, días antes de dejar, el cargo que el entorno afectado permanecerá inhabitable durante décadas (sin precisar) debido a la alta radiación. Con el objetivo de deshacerse de la basura tóxica, ha señalado Javier Salas, se ha planteado la posibilidad de hacer de la necesidad virtud y aprovechar la situación de Fukushima para convertir el lugar en un depósito de residuos radiactivos. El legado de la industria (nuclear) es el legado de la industria (nuclear).
El portavoz del nuevo primer ministro, Yoshihiko Noda, ha señalado que Japón tendrá que gastar unos 2.000 millones de euros en las primeras labores –vale la pena insistir: en las primeras labores - de “descontaminación de las áreas residenciales, en la recogida de los residuos y en la limpieza de los terrenos afectados”. Junto a los más de 100 mil evacuados forzosos, las autoridades admiten que a lo largo de estos seis meses otras 55 mil personas han abandonado otras áreas de la prefectura de Fukushima (que no están dentro de las zonas de exclusión gubernamentales). Han decidido marcharse de sus viviendas por sus propios motivos; una importante razón para ello: la desconfianza.
¿Desconfianza justificada? Desde luego. A principios de septiembre, el Ministerio de Ciencia nipón desveló que más de una treintena de lugares, también fuera de la zona evacuada, registran niveles de contaminación radiactiva tan altos como los que obligaron a evacuar poblaciones del entorno de Chernóbil. Ni más ni menos. Se sabe ahora que el total de partículas nocivas despedidas tras el accidente es el doble de lo admitido inicialmente por la empresa y las autoridades. Muy recientemente la mismísima Agencia Japonesa para Energía Atómica, nada proclive a la crítica antinuclear, reveló que los niveles de radiación registrados en el mar son más de tres veces superiores a los calculados inicialmente por Tepco, la gran corporación eléctrica: los investigadores de la agencia, informa Salas, han elevado la cifra de becquerelios liberados al Pacífico hasta los 15 mil billones frente a los 4.700 billones estimados por la compañía (más de tres veces más). La empresa no sumó la contaminación radiactiva que cayó al mar tras ser emitida al aire por los núcleos fundidos de los tres reactores. ¡Vaya por Dios! ¡Qué error tan curioso!

ampliar fuente en: http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2011091610
domingo, octubre 09, 2011 | 0 Comments
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